SANTA FE, Argentina. Jul. 6, 2011.- A Argentina se le nota incómoda, fuera de sí, desde kilómetros de distancia y en todas sus zonas.
Ante Colombia, en el banco, Sergio Batista, tan pulcramente peinado siempre, se desmelenó a la mitad del segundo tiempo.
En la cancha Lionel Messi tuvo el colmo de su día a los 80 minutos en un tiro libre cobrado de manera brutal y a la tribuna, justo antes, o justo por ello, de que en la tribuna le cantará a Maradona, despedido de la dirección técnica tras el Mundial de Sudáfrica.
Y es que su segundo empate en la Copa América ha sido tan apagado y desubicado como si un equipo de basquetbol se parara en una cancha de beisbol.
Los locales siguen sufriendo a la hora de atacar, tal y como les ocurrió en su debut en el torneo ante Bolivia, pero ahora se añadió una serie de fallas a la defensiva que de haberlas aprovechado Dayro Moreno, Adrián Ramos y Teófilo Gutiérrez habría sido catastrófico.
Cuando atacan los de Sergio Batista por sistema buscan encontrar a Messi y a Carlos Tévez, pero el del Barcelona ha sufrido con una marca pegajosa, en especial de Carlos Sánchez, siempre al dos por uno y con la falta de entendimiento futbolístico con sus compañeros.
Cuando sale de su zona nadie le sigue, si busca al frente se le mueven arbitrariamente y cuando pone un pase al hueco preciso, que puso dos uno a Ezequiel Lavezzi y otro a Sergio Agüero, deciden mal sus compañeros, su terciopelo no embonó, en esta oportunidad, con el músculo a su alrededor.
Además, Argentina sufre sin un centro delantero nominal, por decisión de Batista, de un ancla que dé pausa y sirva de poste, así termina el juego sin aire.
Sin embargo, Argentina tuvo la mayor parte del tiempo el balón, pero con el transcurso de los minutos se fue desdibujando y perdiendo espacios. Lo mismo en la primera que en la segunda parte. En ambos lapsos terminó corriendo rumbo a su portería tratando de detener los ataques de los colombianos.
La entrada de Sergio "Kun" Aguero y Gonzalo Higuaín le dio algo más de forma al juego argentino.
Messi tuvo en quien descargar balones y quien se le moviera con cierta corrección en la zona peligrosa, aún así la falta de pegada, con el nervio y la obligación del local encima, se ha vuelto endémica.
Colombia tomó confianza y su juego, calmo y preciso, a veces fabricado y otras hecho a velocidad en los contras con Dayro Moreno y Radames Falcao, se fue haciendo un espacio propio sobre la cancha.
Con el balón, pero sin pegada, finalmente Argentina se ahogó en su juego entre los cantos de la afición pidiendo, y añorando, ahora en el banquillo como una vez lo fue en el campo, al Diego.
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